Por Beatriz Severino
‘El sumiller de Queipo de Llano. Un culebrón franquista’, de David Giménez, segundo título de Fragolino Ediciones.
No oculta su animadversión a los chefs de cocina.
De hecho, es el motivo por el que se fijó en el sumiller de Queipo de
Llano y no en el chef. «Lo paso mal cada vez que pongo la tele y los veo
por todos los canales, aunque intenté centrarme en el de Queipo pero no
pude, me ponía malo de verdad cada vez que me ponía escribir».
David Giménez Alonso es el autor de ‘El
sumiller de Queipo de Llano. Un culebrón franquista’, una obra que el
lector debe tomar entre manos con la mente, cuanto menos, abierta.
La de sumiller es la segunda profesión objeto de estudio de Giménez. La
primera fue la de barbero y, en concreto se interesó por el de Hitler en
el libro ‘Der Barbier von Hitler’.
«Me animaron a que hiciera algo más
cercano y por eso opté por Queipo, y tenían razón porque en aquello del
barbero salían cosas en alemán que ni yo mismo entendía», aclara ante un
público que enseguida coge el gusto a las increíbles historias que cuenta.
‘El sumiller de Queipo de Llano’ se presentó hace unos día en Alcañiz,
en Santos Ochoa, después de haber pasado por Los portadores de sueños de
Zaragoza. «Es un libro piscinero», recalca de repente el autor natural
de Remolinos.
Son 109 páginas divididas en 99 apartados que enganchan desde el primero.
Entre fiestas en casa de los Franco, diálogos y saltos al presente, el
libro tiene impregnado el sello de su autor de principio a fin y por eso
mismo no cabe clasificación de género. Construye una historia, la de
Queipo, muy recomendable para alimentar el espíritu de sátira social, crítica y rebosante de humor.
Pero si recomendable es el libro no menos lo son las presentaciones, el lugar donde se sincera y avanza el final de la trilogía que llegará con el libro ‘Angelina & me’ porque el escritor pensó que era buena idea cerrar con una actriz.
«Nos conocimos en Central Park
y nos vamos a casar», dice serio. Solo él es capaz de aguantar el tipo
en un momento en el que el público ya no sabe a qué atenerse y ceja en
su esfuerzo en distinguir entre la realidad y la ficción.
El inicio de esta y de todas las historias están en Facebook. «En cuanto
puse que me encontré a Angelina la gente me pedía que siguiera
contando», ríe.
Autor, músico, editor…
David Giménez ha fijado su atención en estos personajes por una razón
muy sencilla. «Mucho Hitler y mucho Queipo de Llano pero si al barbero o
al sumiller se les hubiera ido la mano, ¿qué? Ellos tenían el verdadero poder», reflexiona. Edita con Fragolino Ediciones, un sello que comanda el alcañizano con raíces albalatinas, Sergio Grao Palos.
Para la firma es la segunda publicación y
espera que no sea la última con él. «David empezó a publicar la
historia de Queipo en Facebook y me reí tanto que aquí
está y espero publicar también el final de su trilogía», cuenta. Grao se
dedica a la edición como un complemento a su trabajo y sin prisas.
Fundó la editorial hace tres años publicando ‘Poesía líquida’, del hijarano Víctor Guíu,
que también participa en las presentaciones de Giménez ya que guardan
una estrecha relación desde el lado también de la edición. «David es una
especie de mecenas para los poetas aragoneses que empiezan», dice Guíu con quien inició hace unos años Cordelería Ilustrada.
«Los libros cartoneros o os libros del
Imperdible, además de teatro, son algunas de sus líneas además de que
colabora con editoriales de Sudamérica», añade el hijarano.
Iniciativas como estas han pasado por lugares tan dispares como la cárcel de Zuera, hasta fundaciones dedicadas a la salud mental, pasando por colegios e institutos. Todo, sin obviar que le da a la música en Los 3 Norteamericanos. «No hay que perder de vista a David», avisa Guíu.
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