jueves, 10 de agosto de 2017

Veranos

Noviercas se desparrama con el cierzo entre campos recién segados. La explanada de la Iglesia se llena de niños. Sus bicis aparcadas de cualquier manera en las aceras por donde los coches piden permiso a los niños para circular.

Septiembre llegará pronto.

Las bicis volverán a las falsas. Los viejos al hogar y a las prontas calefacciones del Octubre.

Los pueblos morirán y esperarán sentados, como esperan los abuelos los finales, en hueco silencio, a la próxima estación redentora.

Noviercas, como el resto de la España vaciada, despierta siempre aunque esté dormida. Esos meses que miran desde la ventana como un candil encendido que no llega a apagarse.

Mientras los niños sueñen con jugar entre arboledas y teleclubs habrá entretiempo para pensar qué hacemos con nosotros mismos.





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